El otro cuerpo humano

Como ya se ha explicado, los seres humanos somos un organismo complejo capaz de interactuar y comunicarse con muchos niveles de energía. En el ámbito físico, tenemos las mismas limitaciones que los objetos físicos. Nos derretimos y nos disipamos con el calor excesivo, nos rompemos cuando una gran fuerza nos impacta, la gravedad nos hace caer si no tenemos apoyo. Pero, a diferencia de las cosas, los humanos somos capaces de comprender los niveles más sutiles del Universo. Podemos existir, conectarnos, comunicarnos, obtener fuerza, manifestarnos y pensar en esos niveles, más allá de lo físico.
El cuerpo de energía que somos contiene a su vez centros de energía que cruzan e interconectan los niveles de la existencia. Estos centros de energía determinan nuestra manera de actuar; cambian el rango de nuestra percepción, nuestros sentimientos y nuestras elecciones. Afectan el flujo y los tipos de pensamientos que generamos, las energías que somos capaces de reunir para actuar y manifestar nuestros pensamientos, la relación entre la conciencia y el subconsciente en todos nuestros comportamientos. Al abrir y equilibrar los centros energéticos, nuestros sentidos se expanden y se integran a una red sensible que puede vincularnos con el gran campo de energía del cual venimos y al cual volvemos. Todas nuestras partes, el cuerpo entero, un órgano, una célula o una molécula, vibran y se relacionan con ese gran campo.

Chakras:
Los Vedas, antiguos textos sagrados de la India, utilizaron el término chakras para denominar los centros energéticos del cuerpo humano. Son siete los chakras principales. Cada uno de ellos se asocia con alguna de las glándulas endocrinas dentro del cuerpo físico, con partes y órganos, emociones, mente y espíritu. Estos centros son como remolinos energéticos, su vórtice hacia el cuerpo físico y su boca agrandándose hacia afuera. Cada uno de los chakras tiene una parte frontal y una parte posterior, excepto el primero y el séptimo. Todos ellos están unidos por un canal energético que corre a lo largo de toda la espina dorsal.
Cada chakra está relacionado con una función psicológica y mental, con emociones, es por eso que nuestro mundo se configura según cómo tenemos nuestros chakras y viceversa, nuestros chakras se van conformando según las vivencias que vamos teniendo.
La función principal de los chakras es la de revitalizar el cuerpo energético y el cuerpo físico, ya que son “transductores” de energía entre el micro y el macro universo. Cuando el funcionamiento de los chakras es normal, se dice que está “abierto”, girando en el sentido de las agujas del reloj, y metaboliza las energías particulares que necesita. Cuando el chakra gira en sentido contrario a las agujas del reloj, es que está perdiendo energía, está “cerrado”. Las mediciones para el diagnóstico se realizan con diferentes instrumentos: péndulo, varillas, aurímetro, y también hay personas sensibles que usan sus manos.
Debemos comprender que los Chakras son un sistema y, como todo sistema, es muy importante la relación entre los elementos componentes. Esto significa que cada Chakra o centro de energía debe estar en armonía con los demás. Podemos tener todos los chakras abiertos, pero hay que ver el tamaño de dicha abertura, ya que un chakra muy poco abierto y otro demasiado abierto pueden producir una descompensación en el sistema energético, que se traducirá al plano físico. Por esta razón hay que trabajar en la armonización de los mismos, lo cual no quiere decir que por ello ya estemos curados y funcionemos a la perfección. No, al reinsertarnos en el mundo se van a volver a desequilibrar, pero durante el tiempo que se mantengan equilibrados vamos aumentando nuestra consciencia y dándonos cuenta de lo que nos sucede, lo cual es básico para curarnos de todo mal. Practicando las armonizaciones con cierta regularidad, irá quedando un patrón de energía que nos acercará cada vez más a la salud.
Aura:
Se conoce como la fuerza circundante, la fuerza del escudo que rodea a todos los demás chakras. También tiene la apariencia de un chakra: un círculo o vórtice de energía, un lugar donde se concentra el flujo de la energía universal. Cuando esta fuerza circundante es fuerte, automáticamente filtras cualquier influencia negativa. Cuando es débil, eres vulnerable a todo lo que pasa cerca de ti. Un aura fuerte hace que todos los demás chakras funcionen mejor. También se relaciona con la integridad de tu campo electromagnético. Este campo circundante aparece como el aura y se percibe redondo y simétrico cuando tienes buena salud. Cuando estas enfermo se contrae y tiene bolsas y es menos radiante. En general cambia de color, intensidad y tamaño dependiendo del estado físico general y de los pensamientos y sentimientos. La sensación que percibes a través de este campo es la de estar conectado. Te entrelaza con el universo entero. El alma siente inmensa dicha al asociarse y residir en el cuarto chakra o en el aura, se afirma en la sensación de equilibrio y compasión cuando llega al cuarto chakra y descubre la amplitud y la realidad impersonal en el aura.
El aura no se asocia con ningún elemento sólo con el sentido o la sensación del Ser. Establece tu campo de dominio y lo proyecta en todos los lugares con tu presencia. Cuando ese campo circundante es fuerte y los demás chakras están alineados y funcionando bien, tu sola presencia actúa y dirige muchas de las fuerzas del universo para satisfacer tus deseos y necesidades.


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