Terapias energéticas, ¿que son?

Las terapias energéticas son técnicas de curación basadas en el concepto de que cuerpo, mente y espíritu tienen que trabajar holísticamente para mantener la salud. Su principio fundamental es la consideración del ser humano como un ente participante de una realidad física y una realidad energética o espiritual. Así, el estado de salud o enfermedad está determinado muy frecuentemente por el grado de fricción que existe entre el alma y la personalidad, es decir, que en la mayoría de los casos la enfermedad comienza en la propia mente o en el nivel más profundo del alma, por lo que allí es donde debe comenzar también la curación.


Todo el mundo posee un mecanismo curador intrínseco encargado de cuidar, reparar y mantener en perfecto orden la salud de la persona. Desgraciadamente, el estrés, una dieta inadecuada, una actitud negativa y otros factores adversos pueden bloquear nuestro mecanismo de curación y por ello acabar enfermos. La curación energética proporciona aquella energía necesaria para poner de nuevo en acción nuestro propio mecanismo curador.

Dicho esto, la primera decisión importante ante cualquier enfermedad es que el enfermo elija el camino que lleva hacia la salud, en vez de mantenerse en el que le priva de ella.

Esto parece obvio y por lo tanto fácil, pero a veces no lo es tanto aunque la persona aparente hacer todos los esfuerzos a su alcance para sanar. Hay muchos mecanismos en la persona que actúan de manera inconsciente y que muchas veces sabotean sus intenciones. Ocurre con frecuencia con todo tipo de tratamientos médicos que, pese a estar absolutamente validados en los laboratorios, siempre se encuentran con personas que no logran curarse con ellos. Esto puede deberse a que la persona enferma bloquea inconscientemente las fuerzas curadoras: algunas personas “prefieren” o “necesitan” subconscientemente estar enfermas, y sólo con fármacos no son capaces de sanar.

Las terapias energéticas son una buena manera de alcanzar esos resortes inconscientes para despejar el camino hacia la salud. No obstante, la curación realizada únicamente con energía no siempre actúa a nivel físico; la enfermedad puede permanecer, pero la habilidad de enfrentarse a ella siempre mejora.

La medicina alopática oficial cumple una función indispensable en la salud de nuestras sociedades que no debemos menospreciar, sobre todo en el ámbito del diagnóstico, pero también abusa en muchas ocasiones de un exceso de "cientifismo dogmático" tristemente manipulado por la industria farmacéutica, lo cual le confiere también un lado oscuro que se debe cuestionar prudentemente.

Para saber más de este tema consultar el artículo:

La Mafia médica

A pesar de esto, no es mi intención, y creo que tampoco la de ningún otro terapeuta serio, ponerme en contra de la medicina oficial que tantas vidas ha salvado, al contrario, creo que es absolutamente indispensable en innumerables ocasiones. Por ejemplo: si alguien se rompe una pierna, sería una completa aberración no acudir a los servicios de urgencias para ser atendido en traumatología y, en vez de eso, visitar a un acupuntor, un cromoterapeuta o ponerse a meditar con el sonido de un cuenco. Otra cosa es, tras haber recibido los cuidados médicos oportunos, mejorar el proceso curativo mediante terapias complementarias.

Aclarada mi postura, intentaré explicar el cometido de las terapias naturales en general y energéticas en particular:

Éstas deben ser consideradas como tratamientos complementarios, es decir, que acompañan y complementan al diagnóstico y tratamiento médico oficial para hacerlo más efectivo, menos doloroso, menos duradero...

Habría que destacar aquí también los distintos grados, en cuanto a gravedad, de los problemas de salud. Un resfriado puede ser perfectamente tratado exclusivamente mediante naturopatía sin necesidad de tomar fármacos, que lo único que harán será contener un poco la mucosidad y provocar somnolencia. En cambio, como en el caso de la rotura ósea, tratar de este modo problemas de salud graves o urgentes, sería verdaderamente irresponsable, incluso aunque finalmente lográsemos curarnos.



En definitiva: las terapias de energía pueden solucionar muchos problemas leves de salud sin la necesidad de administrar fármacos; son capaces de aliviar numerosos procesos crónicos y degenerativos; aceleran la recuperación en todos los casos tratados con medicina convencional; eliminan los bloqueos energéticos inconscientes que impiden la recuperación de la salud y estimulan los procesos autocurativos del organismo; refuerzan el sistema inmunológico; eliminan el estrés...

Por estas razones y algunas otras de más difícil explicación, considero que merece la pena utilizarlas.