Terapia de Polaridad

La Terapia de Polaridad es un sistema holístico de salud desarrollado por el médico austríaco Randolph Stone (1890-1983) que utiliza elementos combinados de las técnicas terapéuticas de oriente y occidente. Cada vez es más frecuente oír comentarios acerca de la Terapia de Polaridad, una terapia relativamente joven en nuestro país, pero que viene avalada por el prestigio y el reconocimiento que goza en distintos países, tales como Suiza, Gran Bretaña, Alemania, Canadá y los EE.UU.

La terapia es uno de los productos naturales con más de 50 años de trabajo del Dr. Stone, nacido en Austria y emigrado a Estados Unidos. Versado en quiropráctica, naturopatía y osteopatía, Stone conocía también varias doctrinas orientales, entre ellas la acupuntura, la medicina ayurvédica y el yoga. Poco después de iniciar su práctica, advirtió que el tratamiento manipulativo que administraba a sus pacientes no tenía una eficacia duradera, pues éstos con frecuencia sufrían recaídas. Al buscar una solución, se convenció de la validez del principio de fuerza vital, llamada chi entre los chinos y prana en la India, y que podría compararse con la noción occidental de alma o espíritu. Diversos sistemas curativos de Oriente consideran que dicha fuerza rige los procesos mentales, físicos y emocionales de la persona, y que su interrupción o desequilibrio son causa frecuente de dolor y enfermedad. A su vez, las alteraciones de la fuerza vital pueden ser consecuencia de una mala alimentación, conductas irracionales, trastornos psicológicos o estrés. Stone concluyó que la buena salud y bienestar depende de la polaridad (o sea, la existencia de polos o partes opuestas que se complementan o contrarrestan) positiva, negativa o neutra existente entre las partes del cuerpo y entre sus cinco centros de energía. Según el antiguo pensamiento indio dichos centros son el aire que gobierna la respiración y la circulación; la tierra que rige la vejiga y el recto; el éter, relacionado con garganta y oídos; el fuego, gobernador de intestinos y estómago; y el agua, que controla las glándulas y la pelvis.

El trabajo terapéutico de polaridad, se funda en el postulado de que la energía constituye la base de todo lo manifiesto y, en el ser humano, se manifiesta en forma de sentimientos, emociones, pensamientos, reflejándose en el cuerpo físico. La energía es la vida y se manifiesta como polaridad. El flujo y el equilibrio de la Energía vital en el cuerpo humano es el fundamento subyacente de la salud. Los bloqueos en el campo electromagnético del cuerpo causan la enfermedad a nivel físico o psicológico.
La Terapia de Polaridad evalúa los caminos donde el sistema individual de energía se ha desequilibrado y busca liberar estos bloqueos, a través de cuatro métodos terapéuticos relacionados: trabajo corporal, yoga de polaridad, nutrición y proceso psicológico.

Trabajo corporal: el principio curativo de la Polaridad se basa en el armonioso fluir de la energía vital (chi o prana), en fases o patrones de energía que corresponden a los cinco elementos: éter, aire, fuego, agua y tierra. Estas fases interconectadas crean un patrón de energía vital que subyace en la forma física.
El Dr. Stone desarrolló técnicas de contactos corporales y toques manuales que inciden en los patrones energéticos disfuncionales, trabajando a varios niveles de bloqueo en el cuerpo: sistema nervioso, sistema muscular-esquelético, columna, sistema cráneo-sacral. Existen tres tipos de manipulación: la positiva, presión ligera; la negativa, consistente en una presión más profunda; y la neutra que consta de toques ligeros de las yemas de los dedos. El objetivo es restablecer el flujo equilibrado de la energía vital, como base para el mantenimiento de una salud integral. Además, la terapia no sólo cura la enfermedad, sino que fortalece el organismo para prevenir futuras recaídas.

El yoga de polaridad: Consiste en una serie de ejercicios simples destinados a favorecer la vitalidad y el flujo de energía. A cada elemento le corresponden unos ejercicios que constan de estiramientos y balanceos suaves unidos a ejercicios más vigorosos, utilizando el movimiento y el sonido para estimular la liberación de la energía bloqueada. Los efectos de la terapia pueden ser reforzados por la práctica de los ejercicios más apropiados que el terapeuta aconseje, lo cual contribuye a despejar los canales de energía, tonificar los músculos, tendones y ligamentos, y fortalecer la columna vertebral.

La nutrición: "Somos lo que comemos". Según las cualidades energéticas y según los tóxicos que contienen los alimentos tienen uno u otro efecto, ayudando a liberar o condensar la energía. Aprendemos a observar la relación existente entre el comportamiento, el estado interior y los hábitos de nutrición. El terapeuta ayuda a propiciar una alimentación para el proceso curativo. Para eliminar las toxinas acumuladas por efecto de la mala alimentación y la contaminación ambiental se recomienda un régimen depurativo que, según el caso, puede durar hasta 14 días, y que consiste básicamente en el consumo abundante de frutas y verduras frescas y de zumos naturales. A veces se prescribe, además, un depurativo hepático que Stone preparaba con aceite de oliva, zumo de limón, jengibre y ajo. Después del tratamiento depurativo se emplea una dieta prolongada de recuperación y, por último una dieta permanente cuyo propósito es conservar la salud y la aptitud física. Si los terapeutas lo juzgan conveniente, recomendarán desarraigar los hábitos que considere perjudiciales para la salud, y también es posible que recurran a la herbología o a los remedios florales de Bach como auxiliares del tratamiento.

El proceso psicológico: "Somos lo que pensamos, como pensamos vivimos, así emocionalmente somos". La liberación del flujo de energía pone en movimiento un proceso de curación del cuerpo, de los pensamientos, emociones y sentimientos.
Los patrones emocionales y los procesos de pensamiento constituyen un factor básico en la formación de nuestros desequilibrios. Al traerlos a la conciencia aprendemos a conocernos, comprendernos y aceptarnos con mayor profundidad, consiguiendo dinamizar activamente el proceso de transformación de la salud física, mental y emocional de la persona hacia una mayor plenitud, desarrollando al mismo tiempo la propia responsabilidad y la propia autonomía.